Contador de Lecturas


DIA 3


El tercer día de mi búsqueda de la compañía humana empezó más tarde de lo normal. Pasé la noche en la antigua casa de mi tío, por lo que volver a dormir en una cama fue tan relajante y cómodo como lo recordaba.

Después de desayunar salí rápido del edificio para coger el coche y aprovechar el día.
No sabía donde ir, pero si que tenía que proseguir mi búsqueda. Una persona sola no está segura, pero, como decía la frase "la unión hace la fuerza".

Decidí recorrer toda la costa andaluza, tranquilamente con el 4x4, buscando gente, y provisiones.
Nunca había visto la costa con tanta tranquilidad, no había un alma en la calle. Podías escuchar perfectamente el sonido de las olas, los pájaros. Sonidos que antes con el bullicio de la gente, los coches y demás pasaban desapercibidos.
Estaba tan absorto por la belleza del paisaje que no me di cuenta de que el coche llevaba kilómetros en reserva.

De repente el coche empezó a pegar tirones, y me dejó tirado en mitad de un pueblo. Tenia que conseguir gasoil de alguna forma.
Vi una gasolinera, me acerque a un surtidor, apreté el gatillo de la manguera y no salio nada, supuse que al no haber electricidad no funcionaria. Mi segunda opción fue buscar algún coche y sacarle el gasoil, pero claro, antes debería encontrar la forma de sacarlo.

Me di una vuelta por los alrededores, y vi como de una fachada salia el macarrón de desagüe de un aire acondicionado. Me llevé el trozo que me hacía falta, forcé la tapa del deposito de un coche y empecé a aspirar hasta que conseguí que empezara a salir gasoil para llenar una garrafa.

De repente sentí un fuerte golpe en la cabeza y caí al suelo. Noté como mi visión se enturbiaba y escuchaba unas voces de fondo gritándome  Fue como si no entendiera nada. Note como me registraban bolsillos y salían corriendo. Intenté levantarme, pero perdí el conocimiento y di de bruces contra el suelo.

Desperté horas después, en mitad de la calle, pasando frío y muy mareado.
Gateando conseguí llegar hasta una pared, intente levantarme pero no podía. Era imposible mantener el equilibrio. Me tuve que sentar para poderme recuperar un poco y pensar en lo que había pasado.

En ese momento me di cuenta de que me habían robado lo poco que me quedaba.  Volvía a estar como empecé, o peor.

DIA 2


Normalmente cuando he dormido en mi coche ha sido simplemente porque iba a un festival de rock y estaba borracho, eso hacía que cualquier lugar que consiguiese para dormir fuera el ideal. 

Hoy me he despertado en mi coche, a las 7:30 de la mañana, con el sol dándome en la cara. Tenía la espalda dolorida de la mala postura y me he dado cuenta de que no era tan guay dormir en el coche como cuando lo hacía antes.

Mi primera idea ha sido la de desayunar, ya que tenía batidos y estos se caducan rápidamente, he aprovechado para tomarme uno junto con unas galletas. Después de tantos días  pasándolo mal, un desayuno tan simple como el que podrías hacer cualquier día en tu casa se convierte en toda una delicatessen. 

Mientras desayunaba solo podía pensar dónde podría ir. Mis padres, amigos y pareja habían muerto, pero quizás alguien de mi familia aun quedase vivo y, si los encontraba, no me sentiría tan solo.

Había pasado la toda la noche durmiendo en mi viejo coche a las afueras de Córdoba así que decidí ponerme manos a la obra y, con el coche cargado de comida, decidí viajar hasta mi primer destino, Cádiz, donde vivía uno de mis tíos.

El camino es corto, son aproximadamente unos 250 km, así que en 3 horas largas estaría ya en casa de mi tío. Pensaba que no habría muchos coches en la autovía estorbando, por aquello de que la infección se propagó rápidamente y a la gente no le dio tiempo a decidir un plan. Craso error, había bastantes coches durante gran parte del trayecto, los cuales tenía que esquivar. El problema era que algunos estaban accidentados, supuse que serían infectados, que al intentar salir de la ciudad murieron conduciendo y acabaron estrellándose, dejando un reguero de cristales rotos y zonas difícil de esquivar. Más de una vez me tuve que bajar y empujar algún coche desde fuera, viendo los cadáveres pudriéndose dentro, haciéndome vomitar por enésima vez desde que empezó esta epidemia.

Los problemas no llegaban a su fin, cuando encontré las barreras de la autopista bajadas. La única que estaba abierta fue la de un coche accidentado, el cual no me permitía el paso.
Me baje del coche he intente levantarla, pero el mecanismo la tenía atrapada, así que decidí, como en las películas americanas, reventarlas con el coche. Mala idea, al llegar con tanta velocidad a la barrera conseguí atravesarla, doblándola como si fuera un trozo de papel, lamentablemente mi coche también parecía lo mismo, destroce toda la parte delantera, lo cual no fue nada bueno,  porque empezó a salirse todo el agua del radiador y no duro ni 20 minutos.

En el momento en que se paró el coche, se paró también una parte de mi vida, acababa de perder lo poco que me quedaba de mi pasado. Ese coche fue el regalo de mi padre por entrar en la universidad. Sí, era un coche viejo, pero significaba mi independencia, podía ir donde quisiera, hacer lo que quisiera, y además, fue testigo de mis primeros encuentros sexuales con la que fue hasta entonces mi pareja. Rompí a llorar, golpeándolo todo,  gritando, todo el dolor que me había tragado durante esos días salió a la luz en ese momento. Sentía que me ahogaba, me quería morir, pero no podía dejar que eso me desanimase. Me seque las lágrimas, y empecé a andar, suponía que no muy lejos debía haber un coche que aun funcionase, así que cogí un martillo y empecé a caminar. Unos 10 km después vi un coche, era un 4x4 de estos que se compraban la gente de dinero para presumir coche dentro de la ciudad. 

Como era normal estaba ocupado, Había un hombre de unos 40 años y un chico de unos 10, los dos muertos. 

Rompí la ventana con mi martillo y, tapándome la nariz con la camiseta para no sentir el olor a putrefacción que había allí dentro, abrí la puerta del coche. Saqué como pude primero al hombre, después al chico, limpié los cristales y arranqué el coche. ¡Bingo! A la primera, había encontrado un buen coche, por fin algo de suerte.

Volví a toda prisa hasta mi viejo coche, cargué las cosas y me puse en camino hacia Cádiz. Llegué a Cádiz sobre las 4 de la tarde. Era mayo, así que aun tenía unas cuantas horas de luz para encontrar la casa de mi tío y dejar de sentirme tan solo.

No recordaba bien el camino, pero al final encontré el edificio donde vivía. Subí las escaleras rápidamente y me puse a llamar como un loco a la puerta, pero nadie contestaba. No me lo podía creer, tantos kilómetros para nada. 

Decidí romper la cerradura y entrar, quería ver a mi familia, si aún estaban ahí, así que me puse manos a la obra. Un par de martillazos y el pomo salió despedido. Un par de patadas y lo poco que quedaba de cerradura no aguantó. La puerta se abrió ante mí, salí corriendo buscando las habitaciones, llamando a voces a mi familia, pero no había nadie. Mis tíos y mis primos ya no estaban, se habían ido. ¿Quizás a buscarme a mí? ¿Quizás a buscar a otros familiares? No lo sé, solo sé que allí nadie me esperaba.


DÍA 1




He pensado empezar a escribir este diario para poder llevar la cuenta de los días,  saber donde voy y tener una vía de escape ante tanta soledad. 

Han pasado ya varios días desde que tuve el último contacto con otro ser humano.
No sé cuanto tiempo ha pasado exactamente desde que se descubrió la primera persona contagiada, pero lo cierto, es que el virus se extendió tan rápidamente que a los gobiernos no les dio tiempo a poner a sus países en cuarentena. Los últimos datos sobre la epidemia que salieron en las noticias fue un 63% de muertes a nivel mundial y subiendo.
Familia, pareja, amigos... Todos mis seres queridos muertos, sin tiempo a despedirme de ellos, sin tiempo a decirle lo que sentía y que siempre los llevaría conmigo en mi largo viaje.

Hace tres días se acabó la comida que había en mi casa, el agua y la luz han dejado de llegar, y eso me ha obligado a salir de mi hogar, mi protección, el lugar donde sabia que estaba seguro. Había visto las suficientes películas post apocalípticas como para saber que en esta situación los supervivientes se convierten en animales luchando por su supervivencia.
Mi primera idea fue ir a la tienda de barrio que hay mas cercana a mi casa, pero como era lógico estaba cerrada con una persiana metálica y no tenía llaves de la tienda ni herramientas para forzar la cerradura, así que fui al taller de mi padre para coger todas las herramientas que me pudieran hacer falta. 
Preparé mi coche con toda la ropa útil que tenía, botellas vacías y mi mochila de clase para poder guardar cosas.
Una vez que conseguí las herramientas volví a la tienda, intenté forzar la cerradura, la golpee con un martillo, pero nada funcionaba, así que se me ocurrió serrar la persiana metálica con una sierra que tenia. Parecía un trabajo mucho menos duro del que imagine, tarde alrededor de dos horas en conseguir abrir un agujero aproximadamente de un metro cuadrado en la persiana.
Pero por fin estaba dentro de la tienda, los productos estaban aun la gran mayoría sin caducar, así que sin dudar empecé a comer todo lo que pude, comía como un cerdo, todo lo que me cabía en la boca. 
Cuando llevas tres días sin comer el estomago lo tienes cerrado, lo descubrí a los dos minutos de acabar de comer, lo vomite prácticamente todo, un desperdicio. 
Como pude con las pocas energías que tenía me puse a llevar toda la comida enlatada hasta mi coche. Saque toda la comida que pude de la tienda y me fui  Había hecho mucho ruido rajando ese metal como para esperar a que algún salvaje pudiera haberme oído y viniera a robarme.
Tenía que empezar una nueva vida, y desde luego tendría que ser lejos del lugar que me crié.