Contador de Lecturas


DIA 2


Normalmente cuando he dormido en mi coche ha sido simplemente porque iba a un festival de rock y estaba borracho, eso hacía que cualquier lugar que consiguiese para dormir fuera el ideal. 

Hoy me he despertado en mi coche, a las 7:30 de la mañana, con el sol dándome en la cara. Tenía la espalda dolorida de la mala postura y me he dado cuenta de que no era tan guay dormir en el coche como cuando lo hacía antes.

Mi primera idea ha sido la de desayunar, ya que tenía batidos y estos se caducan rápidamente, he aprovechado para tomarme uno junto con unas galletas. Después de tantos días  pasándolo mal, un desayuno tan simple como el que podrías hacer cualquier día en tu casa se convierte en toda una delicatessen. 

Mientras desayunaba solo podía pensar dónde podría ir. Mis padres, amigos y pareja habían muerto, pero quizás alguien de mi familia aun quedase vivo y, si los encontraba, no me sentiría tan solo.

Había pasado la toda la noche durmiendo en mi viejo coche a las afueras de Córdoba así que decidí ponerme manos a la obra y, con el coche cargado de comida, decidí viajar hasta mi primer destino, Cádiz, donde vivía uno de mis tíos.

El camino es corto, son aproximadamente unos 250 km, así que en 3 horas largas estaría ya en casa de mi tío. Pensaba que no habría muchos coches en la autovía estorbando, por aquello de que la infección se propagó rápidamente y a la gente no le dio tiempo a decidir un plan. Craso error, había bastantes coches durante gran parte del trayecto, los cuales tenía que esquivar. El problema era que algunos estaban accidentados, supuse que serían infectados, que al intentar salir de la ciudad murieron conduciendo y acabaron estrellándose, dejando un reguero de cristales rotos y zonas difícil de esquivar. Más de una vez me tuve que bajar y empujar algún coche desde fuera, viendo los cadáveres pudriéndose dentro, haciéndome vomitar por enésima vez desde que empezó esta epidemia.

Los problemas no llegaban a su fin, cuando encontré las barreras de la autopista bajadas. La única que estaba abierta fue la de un coche accidentado, el cual no me permitía el paso.
Me baje del coche he intente levantarla, pero el mecanismo la tenía atrapada, así que decidí, como en las películas americanas, reventarlas con el coche. Mala idea, al llegar con tanta velocidad a la barrera conseguí atravesarla, doblándola como si fuera un trozo de papel, lamentablemente mi coche también parecía lo mismo, destroce toda la parte delantera, lo cual no fue nada bueno,  porque empezó a salirse todo el agua del radiador y no duro ni 20 minutos.

En el momento en que se paró el coche, se paró también una parte de mi vida, acababa de perder lo poco que me quedaba de mi pasado. Ese coche fue el regalo de mi padre por entrar en la universidad. Sí, era un coche viejo, pero significaba mi independencia, podía ir donde quisiera, hacer lo que quisiera, y además, fue testigo de mis primeros encuentros sexuales con la que fue hasta entonces mi pareja. Rompí a llorar, golpeándolo todo,  gritando, todo el dolor que me había tragado durante esos días salió a la luz en ese momento. Sentía que me ahogaba, me quería morir, pero no podía dejar que eso me desanimase. Me seque las lágrimas, y empecé a andar, suponía que no muy lejos debía haber un coche que aun funcionase, así que cogí un martillo y empecé a caminar. Unos 10 km después vi un coche, era un 4x4 de estos que se compraban la gente de dinero para presumir coche dentro de la ciudad. 

Como era normal estaba ocupado, Había un hombre de unos 40 años y un chico de unos 10, los dos muertos. 

Rompí la ventana con mi martillo y, tapándome la nariz con la camiseta para no sentir el olor a putrefacción que había allí dentro, abrí la puerta del coche. Saqué como pude primero al hombre, después al chico, limpié los cristales y arranqué el coche. ¡Bingo! A la primera, había encontrado un buen coche, por fin algo de suerte.

Volví a toda prisa hasta mi viejo coche, cargué las cosas y me puse en camino hacia Cádiz. Llegué a Cádiz sobre las 4 de la tarde. Era mayo, así que aun tenía unas cuantas horas de luz para encontrar la casa de mi tío y dejar de sentirme tan solo.

No recordaba bien el camino, pero al final encontré el edificio donde vivía. Subí las escaleras rápidamente y me puse a llamar como un loco a la puerta, pero nadie contestaba. No me lo podía creer, tantos kilómetros para nada. 

Decidí romper la cerradura y entrar, quería ver a mi familia, si aún estaban ahí, así que me puse manos a la obra. Un par de martillazos y el pomo salió despedido. Un par de patadas y lo poco que quedaba de cerradura no aguantó. La puerta se abrió ante mí, salí corriendo buscando las habitaciones, llamando a voces a mi familia, pero no había nadie. Mis tíos y mis primos ya no estaban, se habían ido. ¿Quizás a buscarme a mí? ¿Quizás a buscar a otros familiares? No lo sé, solo sé que allí nadie me esperaba.

4 comentarios:

  1. Leí el capítulo nuevo y me dije tengo que hacerlo desde el principio va muy bien ;)

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  2. jeje, muchas gracias, intento hacerlo lo mejor que puedo. Me alegro de que te guste

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