Contador de Lecturas


DÍA 1




He pensado empezar a escribir este diario para poder llevar la cuenta de los días,  saber donde voy y tener una vía de escape ante tanta soledad. 

Han pasado ya varios días desde que tuve el último contacto con otro ser humano.
No sé cuanto tiempo ha pasado exactamente desde que se descubrió la primera persona contagiada, pero lo cierto, es que el virus se extendió tan rápidamente que a los gobiernos no les dio tiempo a poner a sus países en cuarentena. Los últimos datos sobre la epidemia que salieron en las noticias fue un 63% de muertes a nivel mundial y subiendo.
Familia, pareja, amigos... Todos mis seres queridos muertos, sin tiempo a despedirme de ellos, sin tiempo a decirle lo que sentía y que siempre los llevaría conmigo en mi largo viaje.

Hace tres días se acabó la comida que había en mi casa, el agua y la luz han dejado de llegar, y eso me ha obligado a salir de mi hogar, mi protección, el lugar donde sabia que estaba seguro. Había visto las suficientes películas post apocalípticas como para saber que en esta situación los supervivientes se convierten en animales luchando por su supervivencia.
Mi primera idea fue ir a la tienda de barrio que hay mas cercana a mi casa, pero como era lógico estaba cerrada con una persiana metálica y no tenía llaves de la tienda ni herramientas para forzar la cerradura, así que fui al taller de mi padre para coger todas las herramientas que me pudieran hacer falta. 
Preparé mi coche con toda la ropa útil que tenía, botellas vacías y mi mochila de clase para poder guardar cosas.
Una vez que conseguí las herramientas volví a la tienda, intenté forzar la cerradura, la golpee con un martillo, pero nada funcionaba, así que se me ocurrió serrar la persiana metálica con una sierra que tenia. Parecía un trabajo mucho menos duro del que imagine, tarde alrededor de dos horas en conseguir abrir un agujero aproximadamente de un metro cuadrado en la persiana.
Pero por fin estaba dentro de la tienda, los productos estaban aun la gran mayoría sin caducar, así que sin dudar empecé a comer todo lo que pude, comía como un cerdo, todo lo que me cabía en la boca. 
Cuando llevas tres días sin comer el estomago lo tienes cerrado, lo descubrí a los dos minutos de acabar de comer, lo vomite prácticamente todo, un desperdicio. 
Como pude con las pocas energías que tenía me puse a llevar toda la comida enlatada hasta mi coche. Saque toda la comida que pude de la tienda y me fui  Había hecho mucho ruido rajando ese metal como para esperar a que algún salvaje pudiera haberme oído y viniera a robarme.
Tenía que empezar una nueva vida, y desde luego tendría que ser lejos del lugar que me crié.

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