Contador de Lecturas

DIA 7:

Cuando me desperté esta mañana no imaginaba ni por asomo que iba a conseguir encontrar una comunidad tan rápidamente.
Pese a estar tan cómodos y seguros en la casa en la cual pasamos la noche, Andrea estaba totalmente convencida de seguir buscando una nueva comunidad donde vivir. 
Después de llevar varias horas conduciendo, estaba totalmente desorientado, y no tenía ni idea de donde podíamos estar, sólo veía montañas y árboles. Andrea en cambio, parecía que lo tenia todo muy claro. Tomaba caminos y desvíos como si estuviese siendo guiada por un gps.
De repente un frenazo en seco me sacó de mi sopor, miré hacia un lado y ahí mismo vi una cancela metálica rodeada de muros y en lo alto del todo, dos hombres apuntándonos con rifles.

-¿Quiénes sois? - Preguntó uno de ellos.
- Me llamo Alex y ella es Andrea, ¿y vosotros?
-Silencio - gritó. - Aquí las preguntas las hacemos nosotros.
- Bajaos del coche despacio y no hagáis ninguna tontería.

La puerta comenzó a abrirse y de ella salieron los dos vigilantes apuntándonos como si fuéramos asesinos.
-¡Tranquilos chicos! Se escuchó una voz que se acercaba. Era un hombre de unos 60 años, tenia la barba blanca y el poco pelo que le quedaba bastante desaliñado.
- ¿Cómo habéis llegado hasta aquí? Pensábamos que nos habíamos escondido lo suficiente como para que no nos encontraran.
- Venid a mi despacho y os pondré al corriente de nuestra situación, con una condición, las armas las dejareis en el coche, ya nos encargaremos nosotros de ponerlas a buen recaudo.

Después de contarle toda nuestra historia y como habíamos conseguido llegar vivos hasta allí, asintió con un gesto de aprobación y comenzó a hablar él.
Me llamo Carlos Moreno, la gente que veis aquí son familiares y amigos que conocían la ubicación de esta finca porque ya habían estado aquí con anterioridad.
Antes de la "gran infección", así es como yo la llamo, era un empresario de éxito, pero me cansé del ritmo estresante de la ciudad y me fui lo mas lejos posible de Madrid. Después de mucho buscar encontré esta vieja finca alejada de la civilización, perteneció a un viejo granjero y cuando murió sus hijos no quisieron hacerse cargo de ella y me la vendieron. No llegaba la electricidad y estaba muy abandonada, así que me puse manos a la obra y la reformé entera. Quería venirme aquí a disfrutar de mi jubilación, pero eso nunca pasó.
Cuando la gente comenzó a enfermar y el gobierno no dio solución alguna, decidimos venirnos aquí por lo que pudiera pasar. El tiempo nos dio la razón y gracias a Dios, hemos tenido un sitio donde vivir.
Tenemos agua potable, aunque el sabor no es muy bueno porque es de pozo, un generador eléctrico, un río a pocos kilómetros de aquí al que vamos de vez en cuando a pescar, una huerta, algunos animales de granja y una vez en semana salimos a cazar, como ves tenemos suficiente como para poder vivir sin problemas.

- Bueno, a todo esto, ¿A qué os dedicabais antes?
- Pues yo era electricista y Andrea era médica, así que si nos dejan vivir con ustedes podemos servirles de      ayuda.
- Lo comentaré con el resto de la comunidad y cuando tengamos un veredicto os avisaremos, pero mientras    podéis pasear por la finca, mi hijo Alberto os acompañará en una visita guiada, espero que os guste.

Después de un paseo a fondo por la parcela y alrededores, Andrea parecía haber recuperado la ilusión por pertenecer a algo. Había una mujer embarazada y estaba deseosa por poder examinarla, sentirse parte del grupo. Yo en cambio, no estaba demasiado cómodo. Había algo que me hacia dudar pero no sabía que era, tal vez, demasiada amabilidad en los tiempos que corrían.

Aquella misma noche Carlos organizó una gran cena, había comida y bebida por todas partes, como si nada hubiese cambiado y estuviésemos en una de sus barbacoas de fin de semana.
Carlos se levantó y pidió silencio para decir unas palabras.
- Alex, Andrea, hemos decidido que os podéis quedar con nosotros y formar parte de nuestra creciente comunidad, enhorabuena.

Cuando Carlos acabó de pronunciar esas palabras, varias personas se levantaron y se fueron sin despedirse y con un gesto muy serio. Supongo que habrían votado en contra de que entrásemos a formar parte de sus vidas, tal vez no se fiaban de nosotros, pero yo de ellos tampoco.



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